viernes, 30 de mayo de 2008

La parada del bus

Me subí al autobús. Aquella mañana me sentía más dormida de la normal, los párpados me pesaban y mi cuerpo era torpe y denso. Introduje el billete en la máquina interventora del lado del conductor y recorrí todo el pasillo del autobús, hasta la última hilera de asientos. Me senté en la esquina, al lado de la ventana y apoyé la cabeza en el vidrio.

El día no era especialmente soleado, pero los rayos entraban con fuerza hasta calentarme el lado izquierdo de mi cara. Oía los rumores de la gente hablando a lo lejos, como si estuviera soñando y ellos estuvieran fuera de mi cabeza.

El bus hizo su primera parada, no la recordaba así y, sin embargo, me era muy familiar. Una casa grande de color vainilla, con amplios ventanales verdes y claveles adornando toda la fachada... era mi colegio de EGB. Tenía el mismo aspecto de cuando yo era pequeña, los años no habían pasado. Cuando el autobús cerró sus puertas para seguir con el trayecto, pude ver en una ventana del edificio la cara de Gemma, mi antigua compañera de escuela. Gemma con diez años me miraba sonriente con un dibujo en la mano... (Continuará)

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